Aunque parezcan dos temas completamente alejados, lo cierto es que tanto la obesidad como el cambio climático comparten algo: la necesidad de que sean tratados con un enfoque global.
"La obesidad debe abordarse de la misma manera que el cambio climático y los líderes de todos los países del mundo deben acordar medidas comunes para combatir ambos flagelos." Lo afirmó el profesor Philip James, profesor honorario de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres durante una conferencia realizada en el encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, días atrás. Para James, los gobiernos, la industria y la sociedad en general deben recurrir a estrategias globales para combatir los estragos que causa en la salud pública la creciente epidemia de obesidad.
Mundos paralelos
"Tenemos que asegurar la prioridad a la producción agrícola mundial de manera que esta pueda hace un mejor uso de los recursos limitados y que mejore el suministro de alimentos frescos de origen local, en particular el sector de las frutas y hortalizas. El cambio climático tendrá inevitablemente repercusiones en la producción agrícola de todo el mundo, y afecta tanto el abastecimiento de agua como a la variedad y calidad de los cultivos que se pueden sembrarse en diferentes partes del mundo."
El experto aseguró también que "gran parte de la alta densidad calórica de la producción de alimentos genera un impacto en el carbono emitido y conlleva cantidades cercanas al despilfarro de energía y el agua. Si vamos a alimentar al mundo con una dieta saludable, tenemos que entregar un plan de rescate para el planeta y no sólo para abordar el calentamiento global sino también garantizar una alimentación sana, suficiente para alimentar a todos. Culpar a cada persona por su vulnerabilidad personal y su falta de éxito para luchar contra el sobrepeso y la obesidad ya no es aceptable en un mundo donde la mayoría ya es obesa o tiene sobrepeso. Es ingenuo que los políticos y los ejecutivos de la industrias productoras de alimentos poco saludables coloquen la carga del cambio sobre las personas cuando debemos tomar hoy decisiones saludables en forma colectiva. Es aún más ingenuo decirle a la gente que sólo hay que hacer un pequeño cambio en sus hábitos alimenticios o en su actividad física diaria y -como por arte de magia- el problema de la obesidad se solucionará", advirtió James, quien es, además, presidente de la International Obesity TaskForce. Los enfoques estratégicos necesarios implican el rechazo de la noción equivocada de que el problema de la obesidad no es más que una cuestión de elección individual. Niños
Durante el congreso anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, se reveló también que uno de cada diez chicos del mundo tiene kilos de más. La convocatoria con base en Boston abordó la problemática que preocupa a padres y autoridades escolares. "La industria alimenticia y los gobiernos de cada país deben empezar a cambiar y a trabajar en el problema", dijo Philip James. La solución no es colocar la responsabilidad en los que comen en exceso, sino en aquellos que lo promueven.
Durante el congreso anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, se reveló también que uno de cada diez chicos del mundo tiene kilos de más. La convocatoria con base en Boston abordó la problemática que preocupa a padres y autoridades escolares. "La industria alimenticia y los gobiernos de cada país deben empezar a cambiar y a trabajar en el problema", dijo Philip James. La solución no es colocar la responsabilidad en los que comen en exceso, sino en aquellos que lo promueven.
Muy publicitada
La industria alimenticia de comidas con calorías invierte 500 veces más en marketing de sus productos. Esto deja totalmente de lado a la promoción de dietas saludables por parte de Gobierno. "Los líderes de la industria alimenticia tienen que ser socialmente responsables. Los productos más saludables no deberían tener sobreprecios que los hacen inalcanzables para la gente", destacó el doctor James. La mayoría de las publicidades de comida chatarra están orientadas a los chicos, quienes son influenciados por sus tentadoras ofertas. Los menores de cinco años son los más vulnerables.
Fuente: NUTRAR
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