Quienes comen saludablemente gastan más energía por caloría. Las personas con más ingresos y mayor nivel educativo tienen menos riesgo de adquirir varias enfermedades, incluida la obesidad, la diabetes tipo 2 y las cardiopatías, explican los doctores Pablo Monsivais y Adam Drewnowski, de University of Washington, en Seattle. Esas personas también ingieren alimentos más saludables y, hasta ahora, había sido difícil conocer si esa alimentación de mayor calidad, el mejor nivel socioeconómico o una mezcla de ambos influía en esa mejor calidad de salud.
Los investigadores analizaron la densidad calórica y el costo de la dieta de 103 mujeres y de 61 hombres. El equipo halló que los participantes que ingerían alimentos con el nivel energético más bajo consumían más nutrientes y gastaban más energía por caloría. Aquellos con la alimentación más energéticamente densa tenían un bajo consumo de nutrientes, como vitaminas y minerales, y comían menos fibra y más grasas. Sus dietas eran más económicas. La cantidad de dinero que cada persona gastaba diariamente por día no estaba asociado de manera consistente con el ingreso personal, pero cuando el equipo analizó el gasto caloría por caloría, halló que el costo por caloría aumentaba con el ingreso. Y también con la educación. Otros análisis demostraron que la educación fue el factor más sólido que el ingreso familiar en esa relación.
La nutrición está muy asociada con la salud, y la dieta está también "íntimamente asociada" con el nivel socioeconómico. "Los resultados publicados indican que los altos costos de la alimentación nutritiva podrían ser una posible explicación de esas observaciones", concluyen los autores.
Los investigadores analizaron la densidad calórica y el costo de la dieta de 103 mujeres y de 61 hombres. El equipo halló que los participantes que ingerían alimentos con el nivel energético más bajo consumían más nutrientes y gastaban más energía por caloría. Aquellos con la alimentación más energéticamente densa tenían un bajo consumo de nutrientes, como vitaminas y minerales, y comían menos fibra y más grasas. Sus dietas eran más económicas. La cantidad de dinero que cada persona gastaba diariamente por día no estaba asociado de manera consistente con el ingreso personal, pero cuando el equipo analizó el gasto caloría por caloría, halló que el costo por caloría aumentaba con el ingreso. Y también con la educación. Otros análisis demostraron que la educación fue el factor más sólido que el ingreso familiar en esa relación.
La nutrición está muy asociada con la salud, y la dieta está también "íntimamente asociada" con el nivel socioeconómico. "Los resultados publicados indican que los altos costos de la alimentación nutritiva podrían ser una posible explicación de esas observaciones", concluyen los autores.
Revelan claves para mantenerse en forma en la tercera edad. El deterioro natural de la función "cognitiva" que producen los años no es inevitable, reveló un nuevo estudio, que demostró que muchos adultos conservan esa función en buen estado mientras envejecen. El estudio también identificó los factores modificables que ayudan a mantener la función cerebral. "Existen subgrupos de adultos mayores que conservan la función cognitiva en la vejez", dijo a Reuters Health la autora principal del estudio, la doctora Alexandra Fiocco, de University of California, en San Francisco. "Podemos predecir quién conservará la función, y la mayoría de los factores predictivos son naturalmente modificables", añadió. El equipo halló que los adultos que no fumaban, que hacían ejercicio una vez por semana, eran socialmente activos y tenían estudios secundarios completos, eran más propensos a mantener las habilidades cognitivas en buen estado a los 70 y 80 años. "Hasta ahora, la mayoría de los estudios disponibles se habían concentrado en los factores que aumentaban el riesgo de perder las capacidades cognitivas en el tiempo, pero poco se sabe sobre qué factores ayudan a las personas a mantenerlas", declaró Fiocco por escrito.
Un análisis reveló que las personas que hacían ejercicio moderado a intenso, por lo menos una vez por semana, eran un 30 por ciento más propensos a mantener la función cognitiva que los que no hacían ejercicio con tanta frecuencia. Aquellos que tenían los estudios secundarios completos eran casi 3 veces más propensos a estar mentalmente en forma que aquellos con un menor nivel educativo. Los no fumadores eran casi 2 veces más propensos a mantener la función cognitiva que los fumadores. Las personas que trababan o eran voluntarios y las que convivían con otra persona también eran más propensas a conservar la función cognitiva en la vejez. "Algunos de esos factores, como el ejercicio y el tabaquismo, son hábitos que la gente puede cambiar", dijo Fiocco. "Sería muy útil descubrir los factores asociados con la conservación de la función cognitiva para elaborar estrategias de prevención destinadas a evitar o retrasar la aparición de la demencia", agregó.
Fuente: www.ar.news.yahoo.com/s/reuters/090622/n_health/salud_ancianos
Un análisis reveló que las personas que hacían ejercicio moderado a intenso, por lo menos una vez por semana, eran un 30 por ciento más propensos a mantener la función cognitiva que los que no hacían ejercicio con tanta frecuencia. Aquellos que tenían los estudios secundarios completos eran casi 3 veces más propensos a estar mentalmente en forma que aquellos con un menor nivel educativo. Los no fumadores eran casi 2 veces más propensos a mantener la función cognitiva que los fumadores. Las personas que trababan o eran voluntarios y las que convivían con otra persona también eran más propensas a conservar la función cognitiva en la vejez. "Algunos de esos factores, como el ejercicio y el tabaquismo, son hábitos que la gente puede cambiar", dijo Fiocco. "Sería muy útil descubrir los factores asociados con la conservación de la función cognitiva para elaborar estrategias de prevención destinadas a evitar o retrasar la aparición de la demencia", agregó.
Fuente: www.ar.news.yahoo.com/s/reuters/090622/n_health/salud_ancianos
Obesos mórbidos no percibirían una señal de saciedad: estudio. Una respuesta fisiológica que provoca sensación de saciedad se manifestaría de manera confusa en algunas personas con obesidad mórbida, lo que explicaría por qué no pueden controlar la cantidad de comida que ingieren. Los autores de un pequeño estudio hallaron que, a diferencia de las personas con peso normal, los hombres y las mujeres obesas no lograban una reducción significativa de la producción de saliva ante la exposición reiterada al sabor del jugo de limón.
Normalmente, una persona ingiere un alimento, la respuesta física del organismo se "adapta" y crea la sensación de saciedad. La reducción de la producción de saliva es parte de ese proceso. Los nuevos resultados sugieren que en los obesos mórbidos, ese proceso de adaptación -y, por lo tanto, la sensación de saciedad- es más lento, según publica la revista Obesity Surgery.
"Eso podría influir en la incapacidad de algunas personas obesas mórbidas de regular o controlar la cantidad de alimentos que consumen en una comida", declaró a través de un comunicado el doctor Dale Bond, de la Escuela de Medicina Brown y del Hospital Miriam, en Providence, Rhode Island. Según Bond, la alteración de la adaptación explicaría por qué algunas personas siguen teniendo problemas para controlar el consumo de comida, aún después de la cirugía bariátrica, el procedimiento que reduce la capacidad estomacal de retener comida y, en algunos casos, la absorción corporal de los nutrientes. Aun así, los pacientes deben reducir el tamaño de las porciones e ingerir alimentos nutritivos. "La adaptación sería una herramienta valiosa para mejorar la comprensión de la regulación alimentaria en personas con obesidad mórbida y cómo se modifica con la cirugía bariátrica", añadió el autor.
Fuente: www.ar.news.yahoo.com/s/reuters/090618/n_health/salud_obesidad_saciedad
Normalmente, una persona ingiere un alimento, la respuesta física del organismo se "adapta" y crea la sensación de saciedad. La reducción de la producción de saliva es parte de ese proceso. Los nuevos resultados sugieren que en los obesos mórbidos, ese proceso de adaptación -y, por lo tanto, la sensación de saciedad- es más lento, según publica la revista Obesity Surgery.
"Eso podría influir en la incapacidad de algunas personas obesas mórbidas de regular o controlar la cantidad de alimentos que consumen en una comida", declaró a través de un comunicado el doctor Dale Bond, de la Escuela de Medicina Brown y del Hospital Miriam, en Providence, Rhode Island. Según Bond, la alteración de la adaptación explicaría por qué algunas personas siguen teniendo problemas para controlar el consumo de comida, aún después de la cirugía bariátrica, el procedimiento que reduce la capacidad estomacal de retener comida y, en algunos casos, la absorción corporal de los nutrientes. Aun así, los pacientes deben reducir el tamaño de las porciones e ingerir alimentos nutritivos. "La adaptación sería una herramienta valiosa para mejorar la comprensión de la regulación alimentaria en personas con obesidad mórbida y cómo se modifica con la cirugía bariátrica", añadió el autor.
Fuente: www.ar.news.yahoo.com/s/reuters/090618/n_health/salud_obesidad_saciedad
Los problemas para bebés de madres obesas comienzan en el útero. Un nuevo estudio indica que una condición pre-diabética (resistencia a la insulina) suele estar más presente al nacer en bebés de mujeres obesas que en hijos de mujeres con peso normal. Mientras que se sabe que los hijos de mujeres obesas pueden padecer irregularidades metabólicas cuando llegan a la adolescencia y la adultez, "nuestro estudio respalda la idea de que el origen ocurriría en el embarazo", dijo el doctor Patrick M. Catalano a Reuters Health. El equipo de Catalano, de Case Western Reserve University, en Cleveland, Ohio, estudió a 53 mujeres con peso normal y a 68 mujeres obesas y a sus recién nacidos. Todas habían elegido el parto por cesárea, durante la que se extrajeron muestras de sangre de las madres y del cordón umbilical. Los bebés de las mujeres obesas tenían un nivel de grasas corporal significativamente más alto que el resto de los niños, publicó el equipo en Diabetes Care. Los niveles de insulina y glucosa en el cordón umbilical eran significativamente más altos (un signo de resistencia a la insulina) en los recién nacidos de las madres obesas que en los bebés de las mujeres con peso normal.
"Se debería ayudar a las mujeres a lograr un índice de masa corporal más normal antes de la concepción y a cumplir con las guías de Institute of Medicine para el control del peso durante el embarazo", dijo Catalano.
"Creemos que esos dos objetivos garantizarían un adecuado crecimiento fetal y la reducción del riesgo de problemas infantiles y adolescentes futuros", agregó.
Fuente: ar.news.yahoo.com/s/reuters/090617/n_health/salud_obesidad_embarazo
"Se debería ayudar a las mujeres a lograr un índice de masa corporal más normal antes de la concepción y a cumplir con las guías de Institute of Medicine para el control del peso durante el embarazo", dijo Catalano.
"Creemos que esos dos objetivos garantizarían un adecuado crecimiento fetal y la reducción del riesgo de problemas infantiles y adolescentes futuros", agregó.
Fuente: ar.news.yahoo.com/s/reuters/090617/n_health/salud_obesidad_embarazo
Los niños latinos tienen más riesgo de desarrollar obesidad. Según un estudio, los niños hispanos de bajos ingresos suelen comer con demasiada grasa, colesterol, azúcar agregada y sal. Aseguran que al margen de que comen menos comida rápida, las dietas son muy similares a las de los chicos de la población general de los EEUU. El estudio publicado en Journal of the American Dietetic Association asegura que los investigadores también hallaron que las dietas de los niños con sobrepeso y obesidad eran muy similares a las de los chicos con peso normal. La diferencia era que los pequeños de mayor peso simplemente consumían más calorías. Al margen del hecho de que comían menos comida rápida, las dietas de los niños latinos eran muy similares a las de los chicos de la población general de los Estados Unidos. Los niños y adolescentes estadounidenses de origen mexicano corren más riesgo de tener sobrepeso que sus pares no latinos, señalaron Theresa F. Wilson y colegas del Colegio de Medicina de Baylor en Houston.
La mayoría de los participantes eran de México o con ascendencia en América central y, segunda generación de estadounidenses. Cada una de las 319 familias que participaron del estudio tenía al menos un niño con sobrepeso, mientras que el 91 por ciento de los padres eran obesos o tenían exceso de peso. Alrededor de la mitad de las familias experimentaba inseguridad alimentaria, lo que implica que su capacidad de asegurar la cantidad adecuada de alimento era limitada. En general, los investigadores hallaron que unos dos tercios de las calorías ingeridas por los chicos provenían de refrescos, pizza, galletas, carnes procesadas y otras comidas elevadas en grasa, sodio y azúcar. No obstante, el equipo de Wilson indicó que gran parte de las vitaminas y minerales que tendrían que consumir los niños debería provenir de alimentos fortificados, como cereales, granos y bebidas de fruta. Los niños no parecían estar recibiendo suficiente vitamina D, E, calcio o potasio, revelaron los autores. Tampoco consumían muchas frutas, vegetales y fibra, mientras que su ingesta de grasa, grasa saturada, colesterol, azúcar agregado y sodio era demasiado elevada. Cerca de dos tercios de las comidas infantiles eran consumidas en el hogar. Mientras que era menos frecuente que se alimentaran en restaurantes o cafeterías de comida rápida que los niños estadounidenses en general, las dietas de los chicos hispanos eran de alguna forma similares.
En un editorial que acompañó al estudio, el doctor Rafael Perez-Escamilla, de la University of Connecticut señaló que si bien los latinos en general enfrentan un mayor riesgo de pobreza, obesidad, diabetes tipo 2 y otros problemas de salud, no deberían ser considerados un "grupo monolítico", debido a su diversidad social y cultural. El grado de aculturación, o adopción de la cultura imperante en Estados Unidos, entre estos grupos diversos posiblemente juegue un papel importante en su salud, manifestó Perez-Escamilla.
Mientras que la aculturación probablemente conduzca a una peor nutrición entre los inmigrantes latinos de los Estados Unidos, añadió el equipo, aún se requiere más investigación para comprender cómo sucede esto y para desentrañar la relación entre una peor dieta y los problemas de salud. "Salvar esta brecha en el conocimiento es esencial para desarrollar intervenciones basadas en cambios conductuales culturalmente adecuados que apunten a los latinos con diferente grado de aculturación", señalaron los autores. "Para eso, los estudios deben considerar el contexto social, económico y ambiental en el cual se produce la aculturación", finalizó el equipo.
Fuente:
La mayoría de los participantes eran de México o con ascendencia en América central y, segunda generación de estadounidenses. Cada una de las 319 familias que participaron del estudio tenía al menos un niño con sobrepeso, mientras que el 91 por ciento de los padres eran obesos o tenían exceso de peso. Alrededor de la mitad de las familias experimentaba inseguridad alimentaria, lo que implica que su capacidad de asegurar la cantidad adecuada de alimento era limitada. En general, los investigadores hallaron que unos dos tercios de las calorías ingeridas por los chicos provenían de refrescos, pizza, galletas, carnes procesadas y otras comidas elevadas en grasa, sodio y azúcar. No obstante, el equipo de Wilson indicó que gran parte de las vitaminas y minerales que tendrían que consumir los niños debería provenir de alimentos fortificados, como cereales, granos y bebidas de fruta. Los niños no parecían estar recibiendo suficiente vitamina D, E, calcio o potasio, revelaron los autores. Tampoco consumían muchas frutas, vegetales y fibra, mientras que su ingesta de grasa, grasa saturada, colesterol, azúcar agregado y sodio era demasiado elevada. Cerca de dos tercios de las comidas infantiles eran consumidas en el hogar. Mientras que era menos frecuente que se alimentaran en restaurantes o cafeterías de comida rápida que los niños estadounidenses en general, las dietas de los chicos hispanos eran de alguna forma similares.
En un editorial que acompañó al estudio, el doctor Rafael Perez-Escamilla, de la University of Connecticut señaló que si bien los latinos en general enfrentan un mayor riesgo de pobreza, obesidad, diabetes tipo 2 y otros problemas de salud, no deberían ser considerados un "grupo monolítico", debido a su diversidad social y cultural. El grado de aculturación, o adopción de la cultura imperante en Estados Unidos, entre estos grupos diversos posiblemente juegue un papel importante en su salud, manifestó Perez-Escamilla.
Mientras que la aculturación probablemente conduzca a una peor nutrición entre los inmigrantes latinos de los Estados Unidos, añadió el equipo, aún se requiere más investigación para comprender cómo sucede esto y para desentrañar la relación entre una peor dieta y los problemas de salud. "Salvar esta brecha en el conocimiento es esencial para desarrollar intervenciones basadas en cambios conductuales culturalmente adecuados que apunten a los latinos con diferente grado de aculturación", señalaron los autores. "Para eso, los estudios deben considerar el contexto social, económico y ambiental en el cual se produce la aculturación", finalizó el equipo.
Fuente:
www.infobae.com/contenidos/454676-101158-0-Los-ni%C3%B1os-latinos-tienen-m%C3%A1s-riesgo-desarrollar-obesidad
Su estudio de 16 semanas incluyó a 54 adolescentes latinos con sobrepeso, con una edad promedio de 15.5 años, que fueron divididos en tres grupos: un grupo de control, un grupo que recibió clases sobre nutrición una vez a la semana, y un grupo que recibió educación sobre nutrición más ejercicio de resistencia dos veces a la semana.
Los adolescentes que redujeron su ingesta de azúcar observaron una reducción promedio de 33 por ciento en la secreción de insulina, y los que aumentaron su consumo de fibra tuvieron una reducción promedio de diez por ciento en la cantidad de grasa que rodeaba sus órganos internos (grasa visceral). "Una reducción en la grasa visceral indica una reducción en el riesgo de diabetes tipo 2, ya que en mayor grado que la grasa corporal total, se ha mostrado que la grasa visceral se asocia negativamente con la sensibilidad a la insulina", escribieron los investigadores.
El estudio también encontró que los adolescentes que aumentaron su ingesta de fibra tenían una reducción de dos por ciento en el índice de masa corporal, mientras que los que redujeron su ingesta de fibra observaron un aumento de dos por ciento en su IMC.
El estudio aparece en la edición de abril de la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. "Nuestros resultados sugieren que las intervenciones intensivas podrían no ser necearías para lograr modificaciones en la ingesta de azúcar y fibra. O sea, las directrices nutricionales provistas en la atención primaria o en el ambiente comunitario podrían ser suficientes para promover los cambios dietéticos sugeridos en algunos individuos", concluyeron los autores. "Además, las políticas que promueven una menor ingesta de azúcar añadida y una mayor ingesta de fibra podrían ser estrategias eficaces de salud pública en la prevención de la diabetes tipo 2 en esta población de alto riesgo", aseguró el equipo.
Fuente: www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_82643.html
Los cambios dietéticos protegen a los adolescentes latinos de la diabetes. Aumentar la ingesta de fibra y reducir el consumo de azúcar puede ayudar a reducir los factores de riesgo de la diabetes tipo 2 entre los adolescentes latinos, dice un estudio reciente. "Los niños latinos tienen mayor resistencia a la insulina, y por tanto son más propensos a desarrollar enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad que sus homólogos blancos. Hasta la fecha, apenas unos pocos estudios han examinado los efectos de una dieta rica en fibra y pobre en azúcar sobre la salud metabólica de los jóvenes con sobrepeso, y hasta donde sepamos, ninguno ha evaluado los efectos de este tipo de intervención en un grupo de jóvenes latinos de ambos sexos", escribieron Emily Ventura, de la Facultad Keck de medicina de la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles, y colegas.
Su estudio de 16 semanas incluyó a 54 adolescentes latinos con sobrepeso, con una edad promedio de 15.5 años, que fueron divididos en tres grupos: un grupo de control, un grupo que recibió clases sobre nutrición una vez a la semana, y un grupo que recibió educación sobre nutrición más ejercicio de resistencia dos veces a la semana.
Los adolescentes que redujeron su ingesta de azúcar observaron una reducción promedio de 33 por ciento en la secreción de insulina, y los que aumentaron su consumo de fibra tuvieron una reducción promedio de diez por ciento en la cantidad de grasa que rodeaba sus órganos internos (grasa visceral). "Una reducción en la grasa visceral indica una reducción en el riesgo de diabetes tipo 2, ya que en mayor grado que la grasa corporal total, se ha mostrado que la grasa visceral se asocia negativamente con la sensibilidad a la insulina", escribieron los investigadores.
El estudio también encontró que los adolescentes que aumentaron su ingesta de fibra tenían una reducción de dos por ciento en el índice de masa corporal, mientras que los que redujeron su ingesta de fibra observaron un aumento de dos por ciento en su IMC.
El estudio aparece en la edición de abril de la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. "Nuestros resultados sugieren que las intervenciones intensivas podrían no ser necearías para lograr modificaciones en la ingesta de azúcar y fibra. O sea, las directrices nutricionales provistas en la atención primaria o en el ambiente comunitario podrían ser suficientes para promover los cambios dietéticos sugeridos en algunos individuos", concluyeron los autores. "Además, las políticas que promueven una menor ingesta de azúcar añadida y una mayor ingesta de fibra podrían ser estrategias eficaces de salud pública en la prevención de la diabetes tipo 2 en esta población de alto riesgo", aseguró el equipo.
Fuente: www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_82643.html
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